En ese día igualmente los expelidos recibieron del nuevo propietario la cantidad de doce mil maravedís, que, dos años después, se complementaron con otros tantos por una segunda carta de pago de Juan Pérez Alcíbar, quien para entonces se declaraba vecino de Zornotza; y de este modo se le satisfacían las "maechuras" o reparos hechos a la casa durante su habitación.
Hacia la total posesión
Pasado solamente un año, en el 68 (mayo, 16, Lemoa), Juan dió un segundo paso hacia el entero dominio, abonando a Mayora de Atutxola ocho quintales y medio con seis libras en hierro, más la suma de 1.500 maravedís; y en este caso tal entrega se debía a sus derechos de herencia sobre el solar.
Cinco años más tarde, en el 73 (diciembre, 28), se extendió la tercera carta de pago al amor de las "arrugas" u hornos de la ferrería de Urgoitia por su propietario Sancho Ortiz de Usúnsolo. Oir sí y en nombre de su difunto hermano Ortún García le reconocía a su sobrino, el recibo de los 103 quintales de hierro con siete mil maravedís, y de los otros 350 quintales que el señor actual de Atutxola les adeudaba. desde que con el solar tomó sus cargas.
Y pasados tres años más, en el 76 (mayo, 1, Urgoitia) dicha importante paga se ratificaba por Pedro de Usúnsolo, quien si unos años antes se manifestó rnorador de Torrezabal, ahora, como hijo heredero del difunto Sancho Ortiz, decía serlo en Urgoitia, tambien dentro de la misma anteiglesia.
En cambio, en el posterior año 77 (septiembre, 13, Vicente de Abando), conforme a la línea descrita hacia la plena apropiación, el dueño de Atutxola fracasó en su cuarto paso, según el documento que por su particular interés en el próximo número transcribiremos.
La boda de su hijo
Se trata del acuerdo para el enlace matrimonial entre su hijo Juan y una de las dos hijas huérfanas de los anteriores dueños, María Ortiz y Teresa de Atutxa, en cuanto alcanzaran la edad legítima. Si bien con tal proyecto seguramente Juan no deseaba tanto obtener la consolidación de la compra, como prestigiarse con la continuidad y brillo del antiguo linaje.
Pero tal intento por alguna causa desconocida se truncó, puesto que la consanguinidad de los contrayentes alegada fue un simple pretexto, circunstancia demasiado notoria y previsible.
En consecuencia, una vez verificadas las respectivas consultas el compromiso se rompió por el propio Juan y el tutor de las doncellas y mercader bilbaíno, Pero Sánchez de Arana.
Por último, en el año 82 (noviembre, 17, Lemoa), después de transcurridos diecisiete desde la subasta y quince del traspaso, cuando Juan habitaba en la anteiglesia arratiarra de Arantzazu, todavía se formalizó a su nombre un recibo final, tras haber entregado a Marina Ortiz de Atutxola, vecina de Gernika, la cuantía de 19 quintales de hierro, probablemente un resto a cubrir hasta los 520 pujados en el remate original por los bienes de Atutxola.
Con esta operación Juan culminaba su proceso de dominio sobre el solar, y suponemos que las entregas en hierro durante estos años procederían precisamente del elaborado bajo su órdenes en la ferrería de Atutxola.